Os proponemos un reto: escribir entradas en este blog en las que enumeréis del 1 al 10, los continentes a los que corresponde cada carretera. Ahí van:
(Fuente: Web de la cadena SER)
1. La Ruta 66 (Estados Unidos)
Empezamos con un clásico, todo un sueño americano con cadillacs y una colección de “autos locos” fundiendo el asfalto entre Chicago y Los Ángeles a través de casi 4000 kilómetros por los que transcurre la conocida como “principal calle de América”. Utilizada por los emigrantes desde los años 30 fue descatalogada como ruta principal en los ochenta con creación de autopistas paralelas. Sobreviven diversos tramos en Illinois, Arizona, Nevada o California en las que escuchar de fondo la música de Easy Rider, Elvis Presley y detenerse a comer en un clásico bar de carretera que tantas veces nos ha mostrado Hollywood.
2. La carretera del Karakórum
De Pakistán a China sobrepasando los cuatro mil metros de altura en muchos de sus tramos nació hace más de treinta años la Karakorum Higway. Es una de las rutas escénicas más deslumbrantes del planeta, con la cordillera de Karakórum y picos como el K2, el 2ª más elevado del mundo, soplando sus vientos de una de las secciones del Himalaya que hacen vibrar a los viajeros que la recorren.
1200 kilómetros siguiendo los históricos senderos de la Ruta de la Seda. El espíritu de Marco Polo y tantos otros acompañan a los valientes conductores que la hacen completa, aunque en ciertas zonas la seguridad no esté del todo garantizada.
3. La escalera del Troll en Noruega
Trollstigen es una colección de pendientes y curvas que nos aproximan a los fiordos y otros paisajes imposibles de Noruega. Sólo podría haber sido hecha para los trolls o criaturas del bosque, porque no todos los coches son capaces de recorrer sus estrecheces.
Once giros de horquilla, una pendiente aproximada del 9% y la convicción de que los conductores se hallan delante de unas panorámicas asombrosas. Como los noruegos están en todo y son conscientes de su potencial turístico han habilitado varios miradores para fotografiar semejante locura.
4. La ruta de la muerte en Bolivia
De La Paz a Los Yungas en un solitario carril sin quitamiedos que valgan en la que para muchos es la carretera más peligrosa del mundo. El camino a Los Yungas se lleva a casi cien víctimas al año en sus 80 kilómetros de extensión en el que pasa de la nieve perpétua de la cima al clima tropical del final. Son más de 3600 metros de desnivel y pendientes en las que uno siente vértigo con sólo mirarlas.
Algunos tramos, dada su fuerte peligrosidad, no admiten ya vehículos a motor y son las bicicletas quienes transcurren este camino no apto para quienes tengan miedo a las alturas.
5. Ruta Nacional 40
Los argentinos están orgullosos de Maradona, los tangos de Gardel, el mate y, por último, de su Ruta Nacional 40 que durante 5301 kilómetros recorre el país de arriba a abajo por la Cordillera de los Andes. Es la ruta más alta de América y la segunda del mundo, porque para ser la primera debería no existir el Himalaya en Asia. Pero en longitud, altura y puntos destacados entre La Quiaca y Cabo Vírgenes con 21 parques naturales entre medias, es posiblemente una de las carreteras más maravillosas para viajar por ella.
6. Guoliang Tunnel Road
En China hay numerosas carreteras y rutas que hacen suspirar como, por ejemplo, la parte en que la mencionada Karakorum Higway entra en su territorio. Pero aún hay algo más espectacular que aquello. Se la conoce como Guoliang Tunnel Road y es una carretera que recorre una montaña agujereada como un queso que a vista de pájaro parece absolutamente irreal. Son sólo 1´2 kilómetros, pero que valen por más de mil.
7. Carretera Transfăgărășan (Rumanía)
De Valaquia a Los Cárpatos por una carretera encargada por el dictador Ceaucescu por razones militares para habilitar un paso por las montañas. Tiene 90 kilómetros y pasa junto a los dos picos más altos de Rumanía, el Moldoveanu y el Negoiu. La velocidad media de los vehículos que la recorren no pasa de los 40 km/h y entre octubre y junio suele estar cerrada a causa de la nieve. Aunque precisamente la nieve es la menor de las dificultades con las que se encuentran unos conductores que requieren de destreza para hacerla por completo.
8. Ocean´s Higway (Florida, USA)
Más de doscientos kilómetros de autovía en el mar Caribe. No es una broma sino una realidad transmitida a través de películas como “Mentiras arriesgadas” (True lies) que nos mostraba una carretera construída para unir los cayos de Florida terminando en Key West (Cayo Hueso).
Probablemente sea la carretera escénica más impresionante y recomendable para todo tipo de conductores. Se llega a confundir la sensación de estar en tierra o en las aguas cristalinas del océano y detenerse es una obligación. Cuenta con 48 puentes, uno de ellos capaz de cubrir nada menos que siete millas de distancia. Y el premio final en Key West hace que merezca la pena incluirlo como parte de un viaje a la península de Florida.
9. La ruta circular de Islandia
Dada la orografía de Islandia, donde la tierra aún late y se deja escuchar, la mejor forma de recorrerla es a través de una carretera circular. La Road 1, Ring Road o en islandés Þjóðvegur 1 pasa por algunos de los mejores atractivos naturales y, por tanto, turísticos del país. Los paisajes son absolutamente de otro planeta y, aunque en el corazón del invierno no se puede recorrer, es utilizada por la mayor parte de turistas que quieren conocer bien las maravillas islandesas.
Pasa cerca de grandes cascadas, volcanes, ríos y glaciares cuyas lenguas de hielo van a morir muy cerca de la ruta asfaltada. La Ring Road es uno de los mejores consejos que se deberían llevar los viajeros a Islandia. Porque con ella lo verán prácticamente todo…
10. Carretera de Sa Calobra (Mallorca)
Para rematar qué mejor que una carretera que se encuentra en España y que no tiene que envidiar en curvas y vértigo a muchas de las rutas aquí mostradas. Se trata de la carretera de Sa Calobra cuyo premio final, una de las calas más bonitas de la isla, requiere armarse de paciencia, biodramina para quienes sean de mareo fácil y de ese modo dedicarse únicamente a conducir y disfrutar de su serpenteante trazado.
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